La Fiesta del Cordero es la fiesta mayor del calendario lunar para los musulmanes. Se la conoce como la Pascua Musulmana y es celebrada por 1.200 millones de musulmanes que se encuentran en distintos puntos del globo.
Abraham, fundador del pueblo anif, tuvo dos hijos: Ismael, de la esclava egipcia Agar, e Isaac, de su legitima esposa Sara. El pueblo árabe considera que el sacrificio lo pretendía practicar Abraham con su hijo Ismael (Ismail). En esta fiesta se está rememorando el momento en que Abraham ( Ibrahim ), cuando iba a sacrificar a su hijo, recibió la orden de su Señor de canjearlo por un cordero.
De cuanto allí sucedió derivarían una serie de consecuencias importantes: abolición de los sacrificios humanos a la divinidad y el compromiso de Abraham de la construcción del templo la Kaaba.
El sacrificio no se podrá hacer antes de las 9 horas, que es cuando el sol ya ha salido y ha terminado el rezo en las mezquitas. El Día de la Fiesta del Cordero, si el musulmán se encuentra en la Meca, tras las oraciones de costumbre que practican los peregrinos, se sacrifica un cordero o se paga cierta cantidad para que un matarife lo realice en su nombre. En torno a la Kaaba se encuentra un punto denominado 'la estación de Ibrahim', rememorando el lugar del sacrificio; se halla en aquel lugar, mas en cualquiera otro donde se reunan musulmanes. El resto de musulmanes repartidos por el mundo, tras las oraciones en sus respectivas mezquitas, celebran la fiesta en casa.
El musulmán acude a la oración tras haber hecho la ablución mayor o gusl y haberse ataviado con su mejor ropa, limpia y perfumada. Recita unos versículos que sólo se cantan durante las dos fiestas anuales y en los enterramientos. Los musulmanes cantan y cantan hasta que el imam dirige la oración que, excepcionalmente, se encabeza con siete takbir (decir Dios es grande) y dos rakás. Después, unas palabras de saludo por parte del Imam a los miembros de la comunidad presentes. Por último, se disuelve la reunión y los asistentes se besan en señal de hermanamiento y se felicitan por la fiesta. Hay una alegría contenida, un suave perfume a flores, sosiego y reminiscencias de rasgos atávicos, perennes y nobleza recibida del amigo íntimo como legado.
Si cambiamos los nombres de Alá por Dios, e Ismael por Isaac, nos encontraremos con la misma tradición plasmada esta vez en la religión judeo-cristiana. Y esto es precisamente lo que celebran los musulmanes en la Fiesta del Cordero. La figura del cordero es común a las tres grandes religiones monoteístas del tronco semítico, la musulmana, la judía y la cristiana. En ellas hay referencias, como el cordero pascual, el cordero de Dios, las puertas pintadas con sangre de cordero para salvar a los primogénitos hebreos durante las siete plagas de Egipto, los tradicionales asados de cordero en fiestas religiosas, la misma Fiesta del cordero.
Desde las vísperas de la festividad se vive en Marruecos un clima de gran excitación mientras se hacen los preparativos. En todas las ciudades y pueblos del país aparecen grandes mercados de corderos en los que la gente se amontona para comprar sus animales con el dinero que ha ahorrado durante todo el año para esta ocasión tan solemne. Es tal su importancia que hace años el rey Hassan II excusó al pueblo marroquí de su celebración a causa de haber sido una año fatídico para la economía del país, y la gente, por lo tanto, tenía poco dinero para comprar su cordero. Buscó esta solución para evitar una frustración social.
El precio de los corderos es muy alto y depende de la climatología del año: cuando ha habido lluvias abundantes y los pastos son buenos, el precio es más bajo, pero si la época ha sido de sequía los precios suben de manera desorbitada.
Comienza la fiesta con la retransmisión en directo a primera hora de la mañana del acto del sacrificio de un carnero a manos del rey. A partir de ese momento en todos los lugares de Marruecos las familias se disponen a realizar el mismo acto con sus corderos. Las normas coránicas establecen varios requisitos para que el sacrificio se realice correctamente. El acto de dar muerte al animal le corresponde al padre de familia o en su defecto al hijo primogénito, asestando una cuchillada limpia en la yugular para evitar dolor al cordero. No deberá haber ningún otro cordero alrededor para que éstos no sufran viendo la muerte de su predecesor. Al cordero habrá que matarlo de espaldas a La Meca y la sangre derramada tendrán que limpiarla inmediatamente las mujeres de la casa. A continuación se da un corte en la pata trasera y a través del agujero abierto se sopla con el fin de inflar al animal como si se tratara de un globo, lo que facilitará la tarea posterior consistente en separar la piel del cuerpo. Una vez hecho estas labores manteniendo al cordero colgado cabeza abajo se procede a abrir su abdomen de extremo a extremo para extraer las vísceras que son inmediatamente separadas y lavadas escrupulosamente por las mujeres.
Los productos de casquería se consumirán el mismo día de la fiesta, asados sobre parrillas y brasas e insertados los trozos en los tradicionales pinchitos. La comida discurre dentro de un ambiente festivo entre bromas y canciones. El resto del cuerpo del cordero se guarda colgado en un lugar fresco para que la carne tome asiento y pueda ser consumida en días sucesivos. También se secan algunas piezas y se reserva otra para donársela a la gente más pobre. Durante los siguientes días se producen comidas festivas en familia en las que el cordero termina transformado en suculentos y sabrosos platos.
Si analizamos reflexivamente y sin prejuicios las culturas y tradiciones de los pueblos, encontraremos sin duda multitud de elementos comunes a través de los cuales comprenderemos que hay muchas razones para sentirnos próximos en lugar de sentimos extraños. Ésas son, entre otras, razones que a estas alturas de la historia debemos esgrimir ante la barbarie del racismo y de la xenofobia. Son las razones del encuentro.
Montse Sánchez
FELIZ AID EL KABIR
No hay comentarios:
Publicar un comentario