20 diciembre 2011

El avance de la mujer se frena en el primer mundo / 3





- Estudios y primer trabajo:

 Pese a que las mujeres tienden a alcanzar niveles educativos y rendimientos académicos superiores a los de los varones, esta ventaja no se refleja en una mejor inserción laboral.
Tampoco en mejores trayectorias laborales. Los hombres encuentran su primer trabajo una media de cuatro meses antes que las mujeres en casi todas las titulaciones, con la excepción del área de Derecho, donde son ellas quienes logran su primer trabajo 2,3 meses antes que sus compañeros.
 Y es que la inserción laboral concurre con la edad de procreación, algo que para Nuño contribuye a esta realidad desequilibrada. "Aunque ellas están posponiendo la maternidad [la edad media para el primer hijo está en los 30 años], para un empresario es menos complicado contratar a un hombre. Si ellos se casan y tienen hijos se tiende a pensar que están más atados y asentados; en una mujer siempre existe el fantasma de lo que ocurrirá en un futuro y de las cargas familiares", señala.

- Empleo.

El trabajo es una de las grandes barreras derribadas. Hoy en día, las jóvenes han crecido en un entorno en el que lo natural es trabajar. Y la incorporación de la mujer al mercado laboral es ya irreversible (la tasa de actividad es ya de 52,3%).
 Sin embargo, la desigualdad, prevalece en un campo fundamental: el sueldo. Las mujeres cobran un 16,3% menos que los hombres, una diferencia que se acentúa hasta alcanzar el 26,3% cuando se considera el promedio anual (datos de 2006).
Un hecho "indiscutible y prevalente", dice el Consejo Económico y Social. Y que supone un reto pendiente en toda la UE. Este organismo expone que es complicado desentramar las causas de esta brecha: las diferentes jornadas, la ocupación, la rama de actividad económica, el nivel educativo, la antigüedad, el tipo de contrato... "Incluso a iguales condiciones cobran más ellos", dice Nuño. Y apunta otro factor: "Ellos suelen tener disponibilidad absoluta y en las mujeres esa disponibilidad está condicionada por sus cargas familiares. Aunque estas no existan están ahí para el empresario".

- Carrera.

 En los hogares, en el caso de tener que optar por renunciar a los ingresos de alguno de sus miembros, se prima la continuidad de los hombres en el empleo, analiza el CES. El patrón tradicional y básico de la sociedad patriarcal apenas ha variado en este punto, que supone un lastre para la carrera de las mujeres. Y el ejemplo es que hay más hombres casados en puestos directivos que mujeres casadas (54,3% frente a 45,8%).
 Este órgano consultivo pone otro ejemplo extraído de una encuesta del CIS: casi un tercio de las parejas de los directivos se dedica a las tareas del hogar, mientras que ninguno de los cónyuges de las directivas está en esta situación.

- Paro.

La inequidad en la tasa de paro se ha reducido, sobre todo desde que empezó la crisis económica. Sin embargo, ese cambio no responde a una mejora de la situación del empleo de las mujeres, sino a un empeoramiento de la situación de los hombres, alerta el CES.

 Además, las mujeres que se han quedado en paro cobran una prestación por desempleo inferior a la de los hombres -unos 4,5 euros menos al día-.

- Pensiones.

Una pensionista percibe al mes una media de 597,21 euros, mientras que la pensión media de un varón es de 971,92 (datos de 2010). La segregación laboral por razón de género implica, en el caso de las mujeres, menores salarios y, por tanto, menos base de cotización y pensiones de jubilación más bajas.

Y es que, explica la secretaria de la Igualdad de UGT, la posición en el mercado de trabajo condiciona la posición de la futura pensionista. Así, si se parte de una situación desequilibrada, difícilmente podrá corregirse. "Hemos generado las pensiones en términos de desigualdad", dice.
Los periodos dedicados al cuidado de los hijos o dependientes (excedencias, reducciones de jornada) no computan. Algo que el Consejo Económico y Social propone corregir. También propone incentivar fiscalmente las pensiones para las amas de casa. "La seguridad social debería tener en cuenta estas situaciones y se deberían adoptar medidas compensatorias para corregir ese déficit. No podemos esperar a que la sociedad cambie; lo está haciendo a costa de las mujeres", concluye Fontecha.

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