Si por casualidad se encuentran ustedes entre los nostálgicos convencidos de la superioridad de aquel bachillerato y conservan alguno de sus trabajos escolares les aconsejo un ejercicio: reléanlos y verán que no eran mejores que los trabajos de los buenos alumnos actuales… ¿Pero de verdad alguien cree que los estudiantes de bachillerato de los años sesenta sabían más biología que los chicos que cursan bachillerato hoy en día? ¿Es que sus conocimientos de genética iban más allá de los rudimentos de las leyes de Mendel? ¿Sabían más inglés? ¿Tenían alguna noción de diseño, o de resistencia de materiales? (…Y no se preocupen; no voy a incurrir en la maldad de preguntar por lo que sabían de informática).
La idea de que las reformas educativas iniciadas en los años ochenta han provocado un descenso generalizado en la calidad de la formación del alumnado es errónea. Los alumnos que consiguen el título de graduado en ESO (el 65% del total de los alumnos que la inician) tienen un nivel de preparación aceptable. Aproximadamente la mitad de ellos continúan luego en alguna de las líneas de la enseñanza secundaria no obligatoria (la mayoría son mujeres; un dato interesante). Finalmente, una parte de ellos hacen estudios superiores (hay cuatro veces más universitarios que en 1975; el 55%, otra vez, son mujeres). Echen cuentas de los años pasados: son los médicos jóvenes, los ingenieros jóvenes, los informáticos…
Choca lo poco que se habla sobre aquello en lo que las sucesivas reformas han cosechado un fracaso sin paliativos. Hagámoslo nosotros:
. El objetivo de proporcionar educación a todos los jóvenes hasta los 16 años no ha evitado que el 35% de los alumnos que comienzan la enseñanza secundaria obligatoria dejen el sistema educativo sin haber conseguido el título de graduado, un requisito fundamental para su inserción en la vida laboral.
. ¿Hace falta decir cuál es la extracción social de la inmensa mayoría de los alumnos que no titulan?… Por si acaso la hiciera, Jaume Estruch lo aclara: “Ese porcentaje global tiene una distribución social muy desigual: mientras sólo el 27’5% de los hijos de obreros sigue estudios después de la ESO, el 85% de los hijos de profesionales sí lo hace. Después de una reforma educativa destinada a fomentar la igualdad de oportunidades, tenemos un fracaso escolar que cada año afecta a más de un tercio de jóvenes de 16 años, en su mayoría chicos de clase baja. Y no pasa nada.” ( J. E., ¿Un sistema educativo ineficaz, pero socialmente adecuado? , Cuadernos de Pedagogía,, nº 369, Junio, 2007 )
A. Hernández
(Continuará)
No hay comentarios:
Publicar un comentario