Día 1
7.30 a.m. Estación de Atocha. El tren sale dentro de 10 minutos y faltan tres alumnos y un equipaje. Horror. Sudor. El móvil pegado a la oreja. ¿Dónde estás? Aparecen a las 7.35. A las 7.39 estamos en el tren. Uf. Me acuerdo de aquellos a los que les da igual que los alumnos se acostumbren a llegar tarde a clase o no.
Es un buen tren, cómodo y rápido. Paloma se hace hoy oficialmente mayor: cumple 18 años. Le regalamos la canción adecuada sin que aparezca el menor atisbo de lluvia, le damos un detallito con mucho cariño junto con unos versos que dejamos aquí para la posteridad:
Oh, Paloma.13.15 horas. Hendaya. Hay que cambiar de tren, pero no hay ni ascensores ni siquiera rampas que nos permitan pasar bajo la vía y acceder al otro andén sin cargar con el tremendo peso de las maletas. Especialmente Mónica, Paloma y Susana parece que quieren seguir los pasos de doña Concha Piquer, ya que en vez de maletas, se han traído una especie de baúl, en donde deben de haber metido la vajilla entera, la Crítica de la razón pura, el microondas y tres vestidos para cada día, por si acaso.
Oh, Palomita.
Lo va diciendo la gente:
Que seas muy feliz
y que sigas tan bonita
y tan inteligente.
Desarrollamos músculos, pues, subiendo y bajando cargados y, tras una hora de tren por un trayecto precioso paralelo a la orilla del mar, llegamos a Dax.
Esto ya era otra cosa porque para hacer la correspondiente maniobra de pasar bajo la vía y subir ¡había una rampa! No nos lo podíamos creer. Bueno, era una rampa o algo parecido, estrecho y situado a la izquierda. Los baúles de las citadas futuras artistas no cabían por la minirrampa y tuvieron que subirlos como pudieron. Aquí Sara descubrió un método cómodo y rápido de bajar la maleta: se quedó con el asa en la mano y aquélla rodó cuesta abajo con alegría y a toda velocidad.
Beatrice y Dasia, profesoras del Lycée de Borda, nos estaban esperando en la estación. Muy amables y cariñosas las dos, nos llevaron al Centro. Tuvo lugar allí el encuentro con los alumnos franceses. Abrazos. Besos. Recuerdos. Buenas instalaciones. 2.300 alumnos y 230 profesores. Cifras de otros tiempos para nosotros.
Cada uno se fue a la casa de su amigo francés, o de su amiga. Fueron casi 8 horas de viaje, pero no se habían hecho demasiado cansadas.
Al día siguiente, libertad para que cada uno haga lo que quiera y vaya a donde prefiera. Llegarán los polacos y los italianos. La variedad enriquece mucho. Estos intercambios pueden ser muy útiles y muy buenos para que cada uno, viendo distintas maneras de ser, encuentre lo que para él signifique vivir como un ser humano. Si se aprovechan, claro.
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