Día 2.
Anoche me acosté a las 22.30 y me dormí exactamente a las 22.31. Tenía sueño atrasado, sueño presente y hasta sueño futuro. Me levanté a las 7.45 y, antes de desayunar con Cristina, fui a hacer unas fotos al Lycée de Borda, el fastuoso centro de enseñanza de Dax en donde tienen sus aulas los alumnos y los profesores franceses. No había nadie por la calle a esas horas. Sólo algunas personas mayores que parecía que venían de tomar las aguas en alguno de las 16 termas que hay en Dax.
La ciudad está muy animada de día, pero en cuanto el sol se oculta, parece que todos sus habitantes huyen hacia sus casas.
Tras el desayuno vino a buscarnos Suzanne, profesora de español en el Lycée, para ir al mercado al aire libre situado en una amplia plaza delante de la catedral y junto al mercado cubierto que abre todos los días laborables.
El mercado es espléndido, especialmente la parte dedicada al producto más característico de Las Landas, el pato. Todas las partes del pato, incluso patos enteros, patés típicos de la zona, foie grass en tarros, en latas, semicocido o crudo se pueden encontrar allí. Prácticamente vienen del productor al consumidor y con una limpieza absoluta en todas las instalaciones. Y, además, las verduras variadas, frescas, espléndidas.
Comimos con Suzanne unos platos estupendos y luego fuimos a dar un paseo, bajo un sol precioso, por los alrededores del lago situado en las afueras de la ciudad.
A las 5 de la tarde salía la cabalgata de carnaval, pero una llamada de Beatrice nos dirigió urgentemente hacia la estación, a la que llegaban los participantes italianos. A eso de las 6 bajaban del autobús Anna, Roberto, Francesco y Giovanni, el director del Liceo Benedetto Croce, de Roma, junto con todos los alumnos. Los padres de los alumnos franceses que acogían a los italianos fueron conduciéndolos poco a poco a sus casas, y Beatrice, Suzanne y Chantal, profesora de italiano del Lycée, llevaron a los profesores al Hotel Jean le Bon, en donde nos alojábamos.
Acompañé a los recién llegados a un paseo nocturno de reconocimiento por Dax y luego fuimos a la casa en donde Beatrice nos había preparado una cena preciosamente presentada. Luego me enteré de que nuestros alumnos habían estado en el carnaval. A mí me hubiese gustado ir, pero no pudo ser. Ninguno nos había llamado por teléfono, lo cual era señal de que no había pasado nada raro.
A las dos de la mañana llegó la expedición polaca. Me habían dejado las llaves de 3 habitaciones, pero venían 5 personas. El susto fue de aúpa, pero se pudo arreglar. Nos fuimos a dormir. Poco, pero suficiente.
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