"Soy de más ayuda viva que en la tumba"
La periodista congoleña está amenazada de muerte en su país
CARMEN PÉREZ-LANZAC
EL PAÍS - Última - 22-01-2010
Envuelta en un vestido africano multicolor y con las uñas
pintadas de lila, Caddy Adzuba llama la atención entre los comensales del
Bocaíto. Ella es el punto más alegre del local, aunque probablemente tenga la
historia más triste de todos. Hemos elegido esta taberna de Chueca (Madrid)
porque Adzuba quiere comida española, aunque luego, ante la carta, se corta,
esquiva las recomendaciones y tira por lo que le resulta familiar: sopa,
tortilla y pescado, en este caso, pescaíto frito.
A sus 28 años, esta periodista de la República Democrática
del Congo está amenazada de muerte. Necesita un visado para ponerse a salvo y
ausentarse un tiempo de su país. "Soy de más ayuda viva que en la
tumba", dice Adzuba, que ha sido reconocida con los premios de periodismo
Julio Anguita Parrado y por El Club de las 25.
La mayor de ocho hermanos, creció en un barrio acomodado de
Bukavu (Congo). "Tuve una buena infancia. Si pudiera, volvería. Vivíamos
en una buena zona, muy limpia. Me gustaba la vida". En 1994, cuando tenía
trece años, empezaron a llegar refugiados tutsis huyendo de las masacres de
Ruanda. "Les llevábamos comida, ropa...", explica Caddy, que come
poco porque habla mucho y en un perfecto francés. Dos años más tarde, cosas de
la vida, era ella la refugiada. "Estalló la guerra y huimos. Asesinaron a
mucha gente. Me perdí de mis padres y continué la marcha sola. Vi a mujeres dar
a luz en la calle, a niños enfermos... Cuando logré volver con mi familia el
reencuentro fue muy dramático, todos querían tocarme. Esa noche dormí en la
cama de mis padres. Habían saqueado la casa y los militares nos robaron el
coche, pero al menos teníamos techo. Comenzamos de cero, como todos. Poco
después estalló de nuevo la guerra, que nunca ha parado, pero esta vez nos
quedamos. Fue horrible, mataban por nada. Y entonces decidí hacer algo por los
derechos humanos".
Adzuba se inscribió en Derecho y se plantó en la radio
nacional a pedir trabajo. "Conseguí testimonios de mujeres que habían
sufrido violencia sexual, mutilaciones y torturas genitales terribles, pero no
me dejaban contarlo. Sólo podía cubrir las visitas oficiales y me fui",
dice la periodista, que acaba con los calamares de la fuente.
Desde entonces, Adzuba ha trabajado para la ONG Search For
Common Ground y en la radio de Naciones Unidas. Con otras periodistas
congoleñas creó el grupo Mujeres de los Medios, que denuncia la impunidad de la
violencia contra las mujeres en su país. A algunos no les gusta que lo hagan.
Desde 2006 han sido asesinados tres periodistas congoleños de una bala en la
cabeza. "No se ha investigado, pero sabemos que son los hombres del poder,
que quieren callarnos". Tras el entierro del último de ellos, en agosto,
un grupo de militares la amenazaron de muerte al llegar a casa. Luego recibió
un SMS: "Habéis adoptado malos hábitos metiéndoos en lo que no os importa
(...). Vais a morir para cerraros la boca".
Adzuba tiene miedo: "He empezado a ver las cosas de
otro modo. No quiero morir por nada. Mi objetivo ahora es movilizar a la
sociedad civil internacional. Todos los días se habla de Irak pero en Congo han
muerto tres millones de personas en 14 años de guerra. Quinientas mil mujeres
han sido agredidas. ¿Y eso quién lo sabe? Nadie. Mi idea es volver cuando se
olviden un poco de mí, pero para eso necesito un visado. ¿Tú sabes cómo puedo
obtener uno?".
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