Daniel Carrasco Arévalo.
Yo empecé en el Luis Buñuel en el año 1990. Por suerte o por desgracia, compartí clase con buena parte de los compañeros con los que había estudiado EGB, lo cual no ayudó demasiado a mi capacidad de concentración y tuve que repetir 1º de BUP. A partir de entonces, fui pasando los cursos (más o menos) sin problemas y terminé COU en Septiembre de 1996.
Durante esos años hice verdaderos amigos. Algunos de los cuales he mantenido después de terminar el instituto, y otros, aunque no los vea durante períodos de tiempo, así los sigo considerando y se nota cuando te los encuentras de casualidad (normalmente en las fiestas de Alcorcón).
Después de un año infructuoso, pasando por varios trabajos basura y compaginándolos con los estudios de CC de la Educación en la UNED, en Octubre de 1997 inicié la carrera de Sociología en la UCM (y seguí con trabajos basura). Allí coincidí con varios compañeros del instituto, entre otros, una buena amiga, Mónica Tiscar.
Cinco años después, como muchos en mi lugar, me vi con una licenciatura y sin ningún trabajo como se dice "de lo mío" a la vista. Después de pasar por distintos puestos y empresas, entré a trabajar como comercial de seguros en Línea Directa. Al año de entrar, salió una oferta de trabajo interna como experto en Investigación de Mercado. Me presenté y la conseguí.
Año y medio después, también dentro de Línea Directa, el entonces director de Marketing, pensó que haría un buen trabajo como responsable del Mk del producto motos. Y desde entonces me dedico a pelearme con los medios de comunicación para conseguir el mejor precio por nuestros anuncios, pelearme con las agencias de medios para que planifiquen como nosotros queremos y pelearme con la agencia de creatividad para que los distintos anuncios y formatos cumplan con lo que queremos.
Antes de despedirme, quisiera hacer una mención especial a dos profesores que realmente, por su forma de enseñar, y por su personalidad me marcaron. Se trata de Ramón Mazuecos, de matemáticas, y Agustín, del que no recuerdo el apellido, pero todos llamábamos Chimo, por su costumbre de traer micrófono y altavoz.
A lo largo de la carrera, en las distintas clases de matemáticas y estadística que tuve, las ideas y los conceptos que aprendí con Mazuecos, facilitaron todo. Así mismo, la forma en que Agustín esquematizaba y desnudaba los temas, me ha servido para entender textos de autores bastante más complejos. Sin duda, el trabajo más complicado al que me he enfrentado es La Diferenciación, de Niklas Lhuman.
Es posible que me haya enrollado demasiado, pero bueno, no todos los días se pone uno a recordar tiempos pasados.
Saludos,
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