Querido alumno. Querida alumna.
Hoy es un día triste porque se ha muerto un escritor grande:
José Saramago.
Yo no sé si tú eres muy consciente de los problemas de la vida.
A veces creo que vives demasiado alegre, huyendo de lo que existe porque no te
gusta. Es posible, quizás, que de algunos de los problemas reales que tiene esto de hacerse
un ser humano vivo seas consciente de verdad y que te preocupen. Tampoco sé si,
cuando uno de estos problemas te asalta, tienes alguien a quien recurrir para
que intente echarte una mano. No sé si a tus padres, o a tus profesores los tienes
accesibles para que te ayuden. Ojalá puedas acudir a ellos cuando los necesitas
y que te den alguna información o alguna reflexión que te sirva para entender
lo que pasa. Te lo he dicho en clase muchas veces. El ser humano necesita
entender lo que pasa y decidir qué hacer con lo que pasa.
Yo, cuando veía este mundo tan mal hecho en el que estamos,
tan lleno de injusticias, de cosas absurdas, de desigualdades y tan falto
tantas veces de humanidad, echaba mano de Saramago. Y lo hacía porque me
parecía una persona razonable, honrada, sensible, compasiva, que no se sentía
estúpidamente individualista, sino que sabía que el mundo era de todos y que
todos tenían los mismos derechos. ¡Tantas veces hemos hablado de esto en clase!
Cuando había un problema de injusticia, allí estaba Saramago dando su opinión y
dando su testimonio. Era una persona útil, pero no porque generara dinero, que
es para lo que ha quedado la utilidad, sino porque ayudaba a vivir mejor a los
que lo escuchaban y a los que lo leían. Sabía que lo más importante en la vida
es la ética, la manera de relacionarse con los demás. Lo que tú haces tiene
consecuencias para los demás y eso debes tenerlo en cuenta antes de actuar. ¡Te
lo he dicho tantas veces en clase!
Te estarás dando cuenta de que en clase te hablaba yo, pero
que muchas veces era Saramago el que hablaba por mí. Entenderás que hoy esté
triste porque Saramago ha muerto. Ya no podré, no podremos, acudir a él para
que nos ayude a entender la realidad. Pero quedan sus escritos, sus
entrevistas, sus novelas. Algunas de
éstas son Memorial del convento, por la que tuvo que salir de Portugal y
exiliarse en España, El evangelio según Jesucristo y, sobre todas, para mi gusto, el Ensayo
sobre la ceguera. Léelas, si quieres, que te ayudarán a crecer.
Una manera de entender la vida, en la que caben todos y en
la que todos son iguales, ha perdido un defensor. Quizás esto sea una
invitación a que tomemos el relevo nosotros.
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