09 marzo 2009
final de Ionut Galatanu
Las cosas han continuado así desde entonces y no sabía qué le pasaba al mundo, a la gente que yo conocía… Se habían olvidado de todo, de mis costumbres, de todo, realmente de todo. Algo pasaba y yo quería averiguarlo. Inmediatamente le dije al taxista que parara el coche porque aquel no era el camino que yo le había pedido. De repente paró el coche y me bajé sin pagarle. Él tampoco me había dicho algo sobre el dinero, como si no lo quisiera o no le importase. Todo era extraño y empecé a tener un poco de miedo.En realidad no sé, porque no era algo tan grave para los otros, pero para mí sí. Estaba en una calle que me resultaba familiar . Nunca había estado allí pero el nombre de la calle sí me resultaba familiar. Los edificios parecían todos iguales y la gente normal, como en un mundo normal, pero muchos de los hombres se paraban en el medio de la calle como si hubiesen olvidado algo. Paré a un taxista y le pedí que me llevara a casa. Una vez que hube llegado me hice un té rápidamente y me tumbé en la cama para poder explicarme qué había pasado con lo de mis compañeros, con el robo de mi casa y todo le que me parecía extraño. Mientras pensaba en lo que me había pasado, llegué a la conclusión de que quería ir a un medico, a lo mejor él podría explicarme qué pasaba. Así que me puse el abrigo encima y cerré la puerta tres veces. Esta vez estaba segura de que la había cerrado y de que nadie podría entrar. Subí en el ascensor y pensaba qué decirle exactamente al médico, no quería que pensara que estaba loca o algo así. Una vez que llegué a la calle empezó a llover muy fuerte, casi no veía nada. Anduve hasta allí al hospital porque era cerca de mi casa. Cuando llegué, le dije a la receptora que quería ver a mi médico de familia, que era muy urgente y, como no habia nadie citado, entré de inmediato. Me senté en una silla y empecé a explicarle al médico todo lo que había pasado durante el día. Eran las seis de la tarde y no me sentía bien, además de no comer nada estaba la lluvia de fuera, no era un día maravilloso. Expliqué todo al médico que después se fue al otro cuarto para consultar con otro médico mi problema. Quería llorar, no sé por qué pero quería llorar y me preguntaba a mí misma si era normal lo que pasaba o era yo la que lo tomaba demasiado en serio. Cuando el médico entró otra vez en el cuarto se sentó en una silla y me miraba como si no me conociera. Le pregunté si sabía cuál era el problema y el me preguntó qué problema. Me asusté y empecé a llorar, me había dado cuenta de que él también había olvidado lo que le había dicho, aunque no habían pasado ni cinco minutos. Salí de la sala de consultas llorando y empecé a correr rápido. Mientras corría tenía que pasar por el paso de peatones y no me di cuenta de que estaba rojo y de repente vi a mi derecha una camioneta y en un instante estaba en el suelo. Veía solo sangre que salía de mi mano, me había atropellado un coche. Cerré los ojos y me desperté, estaba en mi casa, en mi cama, me levante y me miré en el espejo. No tenía nada, estaba perfectamente sana como si no hubiera pasado, tardé en darme cuenta de que solo era un sueño, una pesadilla y empecé a reír. Puse mi abrigo encima y no cogí el ascensor, bajé las escaleras, no era mucho, vivo en la segunda planta. Estaba en la calle, el sol brillaba y sí, era un día maravilloso. Alguien gritó mi nombre, era César. Me recordó que teníamos una cita el viernes, le sonreí y le di un fuerte abrazo. En fin, me alegro de que finalmente fuese una pesadilla. No le conté a nadie lo que soñé y mejor para mí, no quería compartir mi extraña pesadilla con nadie más.
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